viernes, 19 de marzo de 2010

Once more, unto the breach, dear friends, once more...

... or close the wall up with our democratic dead.

Espero que Shakespeare me perdone la licencia poética (Acto Segundo, Escena Primera, del Enrique V).

El Congreso afronta este sábado el penúltimo paso de cara a la aprobación de la reforma sanitaria: la aprobación simultánea del proyecto que salió del Senado en Diciembre y de una serie de medidas de reforma de dicho proyecto que a continuación se remitirán al Senado para que éste vote sobre las mismas (la llamada "reconciliation bill").

A día de hoy hay 431 congresistas (hay cuatro vacantes, tres por retirada y una por fallecimiento, todos demócratas), por lo que la mayoría para aprobar la ley es de 216 votos.

¿Disponen los demócratas de esos 216 votos? A día de hoy, 48 horas antes de la votación, parece que les faltan todavía varios votos. Si consultamos este magnífico enlace del Washington Post, la primera impresión es que las posibilidades de que el proyecto de ley sea aprobado son nulas (167 votos a favor, 207 en contra, 57 indecisos). Pero lo cierto es que en la práctica, la inmensa mayoría de los "Indecisos" en la columna del Post son demócratas que votaron por el proyecto de ley del Congreso hace cuatro meses, por lo que su "Sí" ahora es casi seguro. Y no todos los "No" que señala el Post son seguros (aunque sí la gran mayoría)

Para hacerse una idea más clara de la situación en que se encuentra el voto, merece la pena examinar el todavía más afinado cómputo en Firedoglake.com, que tiene ahora mismo la situación así:

195 votos a favor (más 9 probables)= 204
208 votos en contra (más 3 probables)= 211

(recordemos que el número mágico es 216)

Para quien no tenga ganas de mirar tanto número, le resumo en unas pocas líneas la situación:

En Noviembre el proyecto de reforma sanitaria del Congreso fue aprobado por 220 a 215 votos. Desde entonces, como decíamos, cuatro demócratas han abandonado su escaño. De ellos, 3 eran votos por la reforma y uno era contrario. Eso nos dejaría en 217 a 214 votos. El único republicano que votó en noviembre a favor de la reforma (Anh Cao, de Nueva Orleans) ahora dice que votará que no, lo que nos deja en 216 a 215 votos. Por otra parte, seis demócratas que votaron Sí en noviembre ahora dicen que votarán No, mientras que tres que votaron No dicen ahora que votarán Sí. Eso nos deja en 213 a 218.

Ésa es, técnicamente, la situación a día de hoy. Ahora bien, hay que tener en cuenta los siguientes factores:

a) Los sindicatos ya han informado a los demócratas indecisos que el que vote en contra de la reforma sanitaria ya puede olvidarse de su apoyo en las elecciones de medio mandato de 2010 (y en las primarias). Y aunque los sindicatos norteamericanos son débiles comparados con sus homólogos europeos, siguen siendo importantes, especialmente en una primaria demócrata.

b) En Nueva York se da una situación paradójica. Los congresistas de ese Estado se presentan no sólo por el Partido Demócrata o el Republicano, sino también por una serie de pequeños partidos (el Conservador, el Partido de las Familias Trabajadoras, etc) y en la noche electoral se suman todos sus votos a la hora de computar sus apoyos. Pues bien, el Partido de las Familias Trabajadoras de Nueva York ha anunciado a los demócratas que no voten por la reforma sanitaria que les retirarán su apoyo en las elecciones de medio mandato. En el caso de varios congresistas neoyorquinos, dicho apoyo supuso en 2006 y 2008 la diferencia entre la victoria y la derrota.

c) Varios congresistas demócratas que votaron No en noviembre han anunciado desde entonces su retirada, por lo que ahora pueden cambiar su voto sin temor a ser derrotados en noviembre, porque no se van a presentar a la reelección (Bart Gordon, de Tennessee, es el primero que ha hecho eso, pero habrá más).

d) Anh Cao, el congresista republicano que votó a favor en Noviembre, ahora dice que votará que no, pero su distrito es uno de los más demócratas del país. Veremos si aguanta la presión doble que está sufriendo a día de hoy (de su partido por un lado, y de la mayoría de los votantes de su distrito por otro)

e) Hay una consideración general importante: el fracaso de la reforma sanitaria en 1994 fue uno de los motivos coadyuvantes de la masacre que sufrieron los demócratas en las elecciones de medio mandato de ese año. Los demócratas saben, en su fuero interno, que si con una mayoría de 253-178 en el Congreso y 59-41 en el Senado no son capaces de aprobar su proyecto político más importante, serán aniquilados en noviembre y lo que es peor: se lo tendrán merecido.

De ahí la cita de Shakespeare con la que iniciábamos este post: o los demócratas aprueban la reforma de una vez, o simplemente serán aplastados en noviembre de 2010 (sin perjuicio de que perderán escaños, porque eso es lo que ocurre en casi todas las elecciones de medio mandato. Pero hay una diferencia entre perder la mayoría en el Congreso o no perderla).

Esto en cuanto a las cuestiones tácticas. Pero lo importante es que se trata de una reforma sanitaria extraordinaria, la más importante desde la introducción de Medicare y Medicaid por Lyndon Johnson. Ezra Klein resume sus beneficios:

"If you're a liberal House Democrat, here's what you'd be voting against: Legislation that covers 32 million people. A world in which 95 percent of all non-elderly, legal residents have health-care coverage. An end to insurers rescinding coverage for the sick, or discriminating based on preexisting conditions, or spending 30 cents of each premium dollar on things that aren't medical care. Exchanges where insurers who want to jack up premiums will have to publicly explain their reason, where regulators will be able to toss them out based on bad behavior, and where consumers will be able to publicly rate them. Hundreds of billions of dollars in subsidies to help lower-income Americans afford health-care insurance. The final closure of the Medicare Prescription Drug Benefit's "doughnut hole."

If you're a conservative House Democrat, then probably you support many of those policies, too. But you also get the single most ambitious effort the government has ever made to control costs in the health-care sector. According to the Congressional Budget Office, the bill cuts deficits by $130 billion in the first 10 years, and up to $1.2 trillion in the second 10 years. The excise tax is now indexed to inflation, rather than inflation plus one percentage point, and the subsidies grow more slowly over time. So one of the strongest cost controls just got stronger, and the automatic spending growth slowed. And then there are all the other cost controls in the bill: The Medicare Commission, which makes entitlement reform much more possible. The programs to begin paying doctors and hospitals for care rather than volume. The competitive insurance market.

This was a hard bill to write. Pairing the largest coverage increase since the Great Society with the most aggressive cost-control effort isn't easy. And since the cost controls are complicated, while the coverage increase is straightforward, many people don't believe that the Democrats have done it. But to a degree unmatched in recent legislative history, they have.

The Medicare Prescription Drug Benefit didn't try to offset its costs. It just increased the deficit. And Medicare and Medicaid were passed in the days before the Congressional Budget Office even existed. For health-care reform, Democrats have gotten the toughest scorekeeper in Washington to bless their effort, and though many don't think that's good enough, it's a lot more than anyone else has ever done.

People pay a lot of attention to the difficult politics of health-care reform, but at the end of the day, the task of writing the policy will be seen as the harder, and more consequential, element of this effort. But it worked. Democrats got the score they needed, and now they can go to their liberals and say that this is closer to universality than we've ever been, and they can go to their conservatives and say this does more for deficit reduction than has ever been done, and both things will be true.

If this bill does pass on Sunday, that, and not deals or polls or rides on Air Force One, will be why."

Podríamos dejarlo aquí, pero no me resisto a acabar con otra cita, también cortesía de Ezra Klein. Las inmortales palabras de Teddy Roosevelt, que hoy no reconocería ni por asomo al Partido Republicano y progresista que él lideró en su día:

"It is not the critic who counts; not the man who points out how the strong man stumbles, or where the doer of deeds could have done them better. The credit belongs to the man who is actually in the arena, whose face is marred by dust and sweat and blood; who strives valiantly; who errs, who comes short again and again, because there is no effort without error and shortcoming; but who does actually strive to do the deeds; who knows great enthusiasms, the great devotions; who spends himself in a worthy cause; who at the best knows in the end the triumph of high achievement, and who at the worst, if he fails, at least fails while daring greatly, so that his place shall never be with those cold and timid souls who neither know victory nor defeat."

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